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La Vuelta al Cielo

PARA LLEGAR AL CIELO, ANTES EL INFIERNO

Inicio del camino en la trocha de La Vuelta al Cielo.

La Divina Comedia de Dante Alighieri dejaba un claro mensaje: Para llegar al cielo hay que atravesar el infierno, purgar las penas, expiarse. Y en nuestro caso, la llegada al cielo, es decir, la cumbre de las montañas de Alto Huaycán, atravesó una infinidad de circunstancias propias del averno.

Más de 60 ciclistas de todos los rincones de la ciudad capital se dieron cita el domingo 11 de enero de 2015 en el Campo Marte de Jesús María. Desde muy tempranas horas los amantes del vehículo de dos ruedas iniciaron la travesía por asfalto, recorriendo los distritos de Lince, San Borja y La Molina. Cabe destacar la presencia de miembros de los grupos Ciclismo Sin Fronteras, Lima Bike y Familia Ciclista de San Martín de Porres. Hicimos un par de paradas de reagrupamiento en el Grifo Primax de Jockey Plaza y en el mercado de Musa. A partir de aquí iniciaba la aventura que alguna vez unos cuantos miembros de nuestro grupo realizaron por el verano del año 2012. Ya contábamos con 5 bajas que tuvieron que retirarse por sentir muy exigente la travesía.

OTRA VEZ PERDIDOS. PARA VARIAR...

Fijamos rumbo hacia la bifurcación de la Av. La Molina con la Av. Cieneguilla para ingresar a la trocha que nos llevaría directamente a las alturas de Huaycán pero grande fue nuestra sorpresa cuando en medio del camino encontramos una enorme pared de ladrillo con su respectivo portón de fierro.

Años atrás dichas construcciones no existían y el paso era libre, pero ahora los propietarios de esas estructuras no nos permitieron pasar. Preocupados por la posible inconclusión de la ruta y ayudados por un habitante de la localidad, tomamos un desvío que bordeó la construcción y nos llevó al camino original, solo para perdernos y confundirnos nuevamente.

Resulta que gracias a la presencia humana, a las concesiones mineras y lotizaciones recientes, el escenario había sido removido con tal determinación, generando más de un camino cuando años atrás solo había uno. Lo peor de todo es que todos los caminos se parecían.

Un primer camino nos llevó a un destino errado y solo con la ayuda de los trianguladores de tierra incluidos en algunos teléfonos móviles (mal llamado GPS) pudimos ubicar exactamente el camino correcto. Nos habíamos adentrado al menos unos tres kilómetros montaña arriba y tuvimos que descender para nuevamente trepar.

¿QUE DIABLOS HACEMOS AQUÍ?

Estando ya en la vía adecuada, otra bifurcación kilómetros adelante nos generó confusión nuevamente.

Aquí algunos ciclistas se adelantaron obviando las indicaciones del grueso del pelotón y se extraviaron. Más tarde nos enteramos que tuvieron que volver a La Molina puesto que no lograron divisar por donde nos fuimos los demás.

Desde el inicio, el camino tuvo vaivenes de trepada y descenso, pero a partir de el último desvío hacia la derecha, se tornó insoportable en todo sentido: vía estrecha, con tierra suelta, pedregoso por ratos y con el aumento del calor y el aire que se tornaba más pesado. Ya estábamos superando los 800 metros de altitud.

Aquí los hermanos del pedal pagaron caro un grueso error: no llevaron suficiente hidratante y/o líquido elemento pues éste se terminó cuando aún faltaba mucha distancia hasta la cumbre.

Agotados, con mucha sed, con insolación algunos y débiles la mayoría, el ascenso se asemejaba a una ruta por la sobrevivencia donde se desconocía el final o la posibilidad de encontrar donde aprovisionarse de agua. La Vuelta al Cielo se había convertido en un infernal escenario.

Sin probar sorbo por varias horas, muchos y muchas desfallecían, acompañando en sus pensamientos el clásico «¿qué hago aquí?» «¿para qué vine?». Las fuerzas flaqueaban y la columna atrevida de ciclistas ya asemejaba un holocausto zombie. La gente avanzaba por simple inercia, nadie hablaba. El único lenguaje eran los ojos desorbitados y el jadeo multitudinario.

Era más que seguro que nos odiaban por haberlos llevado a esa ruta impiadosa.

Con el camino retomado empezaba el verdadero desafío.
La Vuelta al Cielo
Sin agua, palidecían los bravos guerreros del pedal

TODO TIENE SU FINAL

Casi hora y media después de estar inmersos en esta penosa realidad y con mucha desesperanza, los primeros bravos guerreros del pedal que tomaron la delantera del pelotón descubrieron un campamento y puesto de vigilancia en la cumbre (1120 metros de altitud).

Este campamento que estaba vacío poseía un gran tanque de agua. ¿Será posible? Sin pensarlo más, buscamos la llave de dicho tanque y ¡oh! ¡agua! ¡agua! ¡Encontramos agua! ¿Pero no estará contaminada? ¿Hace cuántos días estará esa agua contenida en el tanque? ¿No nos enfermaremos de dengue? Francamente, eso a nadie le importó. Se trataba de sobrevivir. La sed, el decaímiento, el dolor de cabeza y las piernas flageladas. Todo sumaba y presionaba por ingerir agua.

Optamos por llenar nuestros envases del líquido que ahí estaba contenido y nos saciamos sintiéndonos bendecidos. Los 1120 metros de altitud y la trocha asesina para llegar a esa cumbre lo ameritaban. Acto seguido, observamos que la larga fila de ciclistas-zombie que se esforzaban por llegar se había estancado. Varios habían sido derrotados por el sol infernal y no se movían. Estaban tirados en el suelo, como la mejor de las camas King-Size. Preocupados por ellos, muchos descendimos llevándoles agua. Era un estupor general el ver como varios de ellos resucitaban ni bien contactaban sus labios con las primeras gotas del ansiado elíxir de vida.

TODOS SE MERECEN EL CIELO

Si bien es cierto la mayoría había llegado a la cumbre, el serpentín de ciclistas zombie aún tenía a muchos de ellos que no se recuperaban de la «pegada» en la ruta. Seguían caminando y empujando sus bicicletas cual cristo y su cruz.

Otros, marchaban solos o ayudados por otro compañero en mejor estado físico que les apoyaba llevando la bicicleta. Hubieron muchos casos de solidaridad y compañerismo. Una muestra invalorable de preocupación por los demás en circunstancias difíciles. Una vez que el último llegó a la cumbre, apreciamos juntos las casas desde lo alto en lo que es conocido como la localidad de «Camino al Cielo», un grupo urbano de Huaycán Alto y al que se debe el nombre de nuestra ruta.

Siendo casi las 3 de la tarde y con el último ciclista llegado a la cumbre iniciamos el descenso. Mucha tierra suelta y la pendiente complicada hizo de esta bajada una muy técnica.

Asaltamos las primeras bodegas con las que nos topábamos y ni bien saciados, continuamos descendiendo desde la zona de Alto Huaycán por 7 kilómetros de trocha y asfalto hasta llegar a la Carretera Central.

A partir de aquí y todos los años siguientes, La Vuelta al Cielo se convirtió en una ruta clásica para los amantes del MTB. Se nos hizo más fácil y más rápido una vez que ya teníamos detalles del camino y el trazado en GPS.

Una experiencia espectacular comentaban algunos de los «sobrevivientes» . El premio de toda esa trepada canalla fue el descenso a gran velocidad. Llegados todos empezaron a despedirse para que la mayoría continúe por la carretera hasta el centro de la ciudad. La ruta tuvo una gran enseñanza a pesar de lo dura que fue. Desde esa ocasión no dejamos de ir a «La Vuelta al Cielo» todos los años.

GALERÍA DE IMÁGENES

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Publicado en Rutas

9 comentarios

  1. Waldo epifanía

    He hecho mucho treikking antes de entrar a lo que se vuelto mi nueva pasión. La bicicleta de montaña un sueño hecho real siempre me veía. Recorriendo lugares inospitos rodeado de la naturales con dosis de adrenalina montado en una bike al tomar esta ruta CaMiNo Al CiELo decían fue algo que jamas me voy a olvidar con relatan la historia fue una masacre a prueba toda mi resistencia física ya que venia algo convaleciente creyendo yo que no seria como fue y pase llegue ala bendita cumbre logre el objetivo principal y encontrar a todo este grupo de guerreros con el desgaste físico pero con el gozar de estar en ese lugar que es un poco difícil.de explicar solo los que fueron me entiende solo.me queda agradecer ala vida Dios y a Probike por la oportunidad de vivir esta masacre que fue hermosa jajaja

    • ProBike

      Muchos dicen, estimado Waldo que la ruta que propuso ProBike en esa oportunidad y que llevaba por título «La Vuelta al Cielo», en realidad era un «Camino al Infierno». Pero lo importante es que todos pasaron y salieron del «purgatorio» y llegaron a casa purificados. Es lo lindo de este deporte de las dos ruedas.

  2. José Antonio moreno

    Recuerdo esa ruta como si fuera ayer allí realmente me di cuenta que ustedes son un grupo de ciclistas serio con rutas desafiantes x eso siempre estaré atento a cada uno de los eventos que realizen gracias probike

    • ProBike

      Gracias por los ánimos José. Nos gusta conocer caminos nuevos y luego que todo el mundo se entere de que existen. Creo que en parte gracias a ello La Vuelta al Cielo ya se va convirtiendo en un destino común. Que los ciclistas invadan las ciudades, las montañas y el campo !!!

  3. Mónica Fernández Romero

    Al leer está experiencia me emociona siento q la aventura nunca termina q hay nuevos retos esperando , felicidades y q sigan descubriendo muevas rutas .

  4. Marlon Camino Rivera

    Recuerdo esa ruta como si hubiera sido ayer, hoy en día no puedo despegarme de la bicicleta gracias a esa experiencia. En plena pandemia, doy gracias por la redacción, ya que me hizo hacer memoria de este bello recuerdo. Esperaré la próxima Vuelta al cielo

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