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Ruinas de Pueblo Viejo (La Primera Vez)

Una cosa es ir a una ruta con un grupo que ya la conoce; otra cosa es ir a una ruta en la cual el líder o participantes del grupo no conocen; otra es ir a una ruta previamente conocida sin compañía del grupo y por último, otra cosa es ir a una ruta a la cual no se ha ido antes, sin mayor compañía que la de nuestras bicis y peor aún, estando en Nivel Postulante para la Escuela de Mecánica de Bicicletas.

Ya habíamos experimentado varias salidas con algunos grupos de ciclismo y sobretodo, habiendo hecho grandes amigos en ellos. Pero… algo faltaba. Algo no estaba completo. Se sentía la ausencia de la cereza en el pastel. Una voz nos llamaba desde el interior y nos pedía a gritos que acudiéramos a ella…

Todos estos factores de incentivo conjugaron el día catorce del mes de marzo del año 2010. Día en el cual, mi hermano Jorge y yo, deseosos de vivir la experiencia por cuenta propia y sin más recursos que las propias ganas, emprendimos una salida hacia el sur de Lima, poniéndonos como objetivo las ruinas de Pueblo Viejo sobre nuestros caballos de metal (de fierro para ser más preciso). Sí, sí, ya sabíamos que las de aluminio eran mejores, pero cuando las adquirimos pensábamos que teníamos las mejores de la ciudad merced a nuestro desconocimiento total en el tema del ciclismo.

S8000012Con todo, partimos animosos desde nuestra residencia en Lima Norte. Todo iba bien hasta que a la altura de Chorrillos la osadía de ir por vez primera y por cuenta propia nos pasó factura con una ponchadura. El clásico «Puta madre!» no se hizo esperar y obtuvo réplicas al darnos a conocer una realidad espantosa: no teníamos inflador, y lo que es peor, no teníamos a los compañeros ciclistas de siempre que nos auxiliaban en una situación como tal. Caminando cual ermitaños en una peregrinación pro-cruzada fuimos al grifo más cercano para apreciar otra terrible desgracia: no teníamos desmontadores y era la primera vez que íbamos a llevar a cabo un cambio de cámara por nosotros mismos. El «curso autodidacta de cambio e inflado de cámara» nos tomó una hora aproximadamente, al final del cual, cual orgullosos graduandos, retomamos el camino.

Lo que vino después no fue espectacular pero sí muy satisfactorio. Era nuestra «primera vez» y no fue tan dolorosa como se piensa. Gozar de esa independencia y hacerse cargo de lo que sucediera brindaba una seguridad y confianza diferente a la que se había sentido. Por ende, a partir de ese momento ya las salidas en bici no serían lo mismo. Habíamos descubierto ese sentimiento nuevo y fresco.

El destino fue enriquecedor. Pueblo Viejo, son unas ruinas ubicadas cerca al Chirimoyo en Pachacámac. Al parecer fue concebido por los incas para que sea ocupado por los Caringas (etnia del bajo Lurín). La zona arqueológica está conformada por cinco sectores que cumplían fundamentalmente funciones administrativas, aunque se han hallado también zonas destinadas para residencia y antiguos restos de pozos empedrados. Bien lo describe la crónica del Padre Antonio de la Calancha (1653): «Otra antigua aldea en las misma lomas es Pueblo Viejo y está compuesta por casas y dos pozos de agua revestidos de piedras»

S8000023Las ruinas están bien conservadas gracias a la labor de estudiantes universitarios que realizan sus prácticas de campo y principalmente porque llegan muy pocos vehículos motorizados por el lugar, a pesar que la vigilancia es escasa y hasta nula. La vista desde la trocha frente a las ruinas de Pueblo Viejo es espectacular y da motivo para la clásica foto de postal que mi hermano no desaprovechó.

El retorno fue sencillo y rogábamos a todos los apus para que otra ponchadura no mermara la aventura. Así fue. Llegamos a casa renovados y con idea en mente para la próxima salida. Desde esta ocasión ya no íbamos a detenernos en el afán de explorar por propia cuenta.

La «primera vez» jamás se olvida…

Publicado en Rutas

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